Columna Periodística -Por Carlos Avendaño.-
El gobernador que siempre llega… al último lugar. El todavía gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, ha logrado lo que muy pocos políticos pueden presumir: una constancia absoluta en las encuestas… pero en el fondo del barril. Mes tras mes, firma tras firma, estudio tras estudio, el resultado es el mismo: reprobado, desaprobado y olvidado, pero eso sí, con una sonrisa en las benditas redes sociales y con sus discursos triunfalistas que no convencen ni a su propio gabinete. No es una, ni dos, ni tres, las casas encuestadoras las que lo colocan al final del pelotón. Son muchísimas, y todas coinciden en algo: la gente ya está harta, y no es para menos. La administración de Rochista ha sido un largo desfile de desatinos, con una brújula que perdió el norte desde el primer día. Su tan cacareado “Plan Estatal de Desarrollo” parece más bien un cuento de ciencia ficción, porque en la realidad sinaloense, ni el crecimiento ni el desarrollo económico dan señales de vida. Y si a eso le sumamos los ocho meses consecutivos de violencia incontrolable, con comunidades completas exigiendo clases a distancia no por modernidad, sino por miedo, el panorama se vuelve aún más sombrío. Pero claro, en los informes oficiales todo va viento en popa, aunque el barco ya haya chocado contra el iceberg hace rato. Rubén Rocha Moya, se ha convertido en un personaje de culto por sus propias frases contradictorias y su discurso monocorde, parece más enfocado en proteger su imagen dentro de MORENA que en gobernar para los sinaloenses. Porque en la práctica, gobernar, lo que se dice gobernar, no ha pasado. Así que sí, el “súper” Rocha Moya es efectivamente muy querido por la ciudadanía, en las encuestas, pero en el último lugar allá en el sótano. Un logro que no cualquiera puede mantener con tanta disciplina…
La danza de los chairos arrepentidos. En Ahome no se hace política, se hace teatro de lo absurdo. Según fuentes del palacio municipal, el nuevo alcalde Antonio Menéndez -alias Toño el Magnánimo- ha puesto en práctica una especie de ritual de “purificación política” para que los chairos de Gerardo Vargas -alias Viruta- puedan seguir mamando del presupuesto sin perder la compostura… ni la quincena. El proceso es sencillo: basta con restregar la suela del zapato sobre la cara de su ex líder -impresa, claro, en una hojita tamaño carta y lanzada al suelo cual felpudo del oprobio- para obtener el perdón y la bendición de seguir en la nómina. ¡Qué elegancia la de Francia! No hay despidos masivos ni auditorías, solo un acto de fe… o de humillación según se mire. A esto hemos llegado: del “no mentir, no robar, no traicionar” pasamos al “no hablar, no pensar y sí zapatear”. Una purga moderna, sin sangre, pero con tinta láser y mucha dignidad tragada en seco. ¿Y Toño? Feliz, administrando el perdón como si fuera indulgencia plenaria en año electoral. Porque ya se sabe que en la política sinaloense el cinismo no es un defecto, es un requisito. Al final, los chairos arrepentidos siguen pegados a la teta presupuestal, los nuevos jefes se sienten dioses justicieros, y la ciudadanía… bueno, la ciudadanía sigue pagando el espectáculo…
Sinaloa va para el fondo y sin freno. Mientras los discursos oficiales siguen hablando de transformación, de bienestar y de progreso, la economía del estado de Sinaloa se desploma como piedra en el mar. Las cifras no mienten (aunque a muchos les gustaría que sí): según el más reciente Indicador Trimestral de Actividad Económica Estatal del INEGI, Sinaloa registró una caída del 3.9% en su actividad económica, ubicándose entre las peores del país. ¿Y la respuesta del gobierno estatal? Silencio… o peor: más retórica vacía, eventos con moño y “lunes cívicos” mientras el comercio se asfixia, el campo se marchita y la industria desaparece del mapa. La caída libre en la que estamos metidos es el resultado directo del desinterés, la improvisación y la completa falta de estrategia económica. Aquí no hay política pública, hay ocurrencias. No hay visión, hay selfies. Sinaloa se está hundiendo, y no por falta de talento o de recursos, sino porque quienes deberían estar conduciendo la economía están más ocupados cuidando su imagen que gestionando soluciones. Y mientras tanto, los sinaloenses lo resienten: menos empleo, más cierres de negocios, caída en la inversión, y ni una sola medida efectiva para revertir esta debacle. Pero eso sí, el boletín de prensa de la semana no puede faltar. ¡Faltaba más! …
“La CNTE gobierna… ¡y nadie avisó!”. México despertó el 21 de mayo con una novedad digna de realismo mágico: Palacio Nacional cercado, la mañanera sin público, y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo “gobernando” desde el rincón del Zoom. ¿Quién manda en este país? Pues todo parece indicar que la CNTE. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, no necesitó tanques ni helicópteros para tomar el corazón del poder; bastó con sus casas de campaña y el desinterés de un gobierno más preocupado por quedar bien que por gobernar. ¿Y la presidenta? Ni sus luces. O más bien, sí hubo luz, pero solo la del aro de iluminación para que la transmisión en línea saliera bien encuadrada. Mario Delgado prometió que tenía a la CNTE “controlada”… claro, controladísima: ellos pusieron el cerco, y el gobierno puso las cámaras. Qué bonito es cuando todo se arregla con diálogo, sobre todo si es un monólogo. Mientras tanto, el mensaje es claro: si tienes un pliego petitorio, olvídate de las instancias oficiales. Toma el Zócalo, bloquea accesos, impide ceremonias y exige como si fueras el secretario de Gobernación. La CNTE lo entendió perfecto. La lección es: la democracia del chantaje funciona mejor que cualquier institución. Y así, entre abrazos, omisiones y miedo a usar la fuerza pública (no vaya a ser que se acabe la narrativa del “Estado amoroso”), Claudia Sheinbaum Pardo arranca su sexenio no con el bastón de mando, sino con el bastón de “mejor no me meto”. Bienvenidos al nuevo gobierno: la presidenta no fue secuestrada literalmente, pero sí políticamente. Y lo más triste es que ni cuenta se dio, o peor aún, se dio cuenta y no le importó…
Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…
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